En las últimas dos décadas, República Dominicana se ha consolidado como una de las economías de mayor crecimiento en el continente americano. El Banco Mundial publicó recientemente un informe denominado Doing Business in Dominican Republic donde se destaca al país entre uno de los más rápidos en el proceso de conexión electrónica y el pago de impuestos más barato. No hay duda de que el clima de negocios, apuntan, ha mejorado. No obstante, el país debe continuar reformando y diversificando su crecimiento para mantener o incrementar su competitividad en la región y en el continente de cara al futuro.
El mismo informe del Banco Mundial indicaba tres factores a tener en cuenta de cara a ese pretendido desarrollo económico consolidado de República Dominicana:
- Desarrollar una mayor inclusión productiva en el mercado laboral a través de un más cualificado capital humano, más igualitario y mayores vínculos entre la inversión extranjera y la economía local.
- Disponer de un gasto público suficiente y efectivo en un contexto fiscal moderado.
- Preparación ante fenómenos y desastres naturales para sostener el crecimiento.
Es precisamente en el punto número 1 donde República Dominicana tiene ante sí una enorme oportunidad. Si bien es cierto que el turismo y las zonas francas representan las principales locomotoras económicas de República Dominicana, la innovación y la tecnología pueden consolidar ese desarrollo dominicano de una manera no sólo más rápida, sino mejor diversificada y competitiva.
Como indica Klaus Schwab, presidente ejecutivo y Fundador del World Economic Forum en su artículo sobre la cuarta revolución industrial, estamos al borde de un cambio de paradigma que ya está empezando a alterar nuestra manera de vivir, de trabajar y de relacionarnos. Como toda revolución, será diferente a todo lo conocido por la humanidad en el pasado. No conocemos su tendencia, pero sabemos que debería integrar a todos los actores globales, públicos y privados, sociales y académicos.
Desde la utilización del agua y el vapor en la incipiente mecánica, pasando por el uso de la energía eléctrica para procurar la producción masiva en la segunda revolución industrial. La combinación de la electrónica y la tecnología de información para automatizar los procesos productivos en la pasada tercera revolución y ahora somos testigos de una cuarta revolución industrial fundamentada en lo digital a través de una fusión de tecnologías que borran las líneas entre las esferas físicas, digitales y biológicas.
República Dominicana tiene mucho que decir en esta cuarta revolución industrial. Gran parte de estas últimas líneas se fraguan y desarrollan en un ecosistema de innovación y conocimiento visionado hace casi 20 años. Hablamos del Parque Cibernético Santo Domingo. Tras dos décadas se ha convertido en el primer centro de innovación y conocimiento del Caribe. Esta institución, hoy conocida por los dominicanos como el “Silicon Valley del Caribe”, se sustenta en un trípode entre el sector educativo, empresarial y gubernamental a través del mejor talento.
Este parque se dirige a tres campos de actuación: aprender, crear o innovar. Desde cada eje, los talentos eligen formarse, por ejemplo, a través del Instituto Tecnológico Las Américas (ITLA) o la Escuela de Cine CyberPark; crear a través de cada una de las compañías que forman parte del ecosistema como el hub de conexiones Nap del Caribe, la remanufactura de smartphones Encore o el desarrollo biotecnológico Caribbean Biotech Labs, entre otros.
También, esos talentos pueden decantarse por la innovación, investigando y desarrollando proyectos de esta nuestra cuarta revolución industrial, tales como realidad virtual y aumentada; las casas inteligentes o smarthomes, el primer proyecto de desarrollo de drones en República Dominicana, auspiciado por Matternet, liderado por la dominicana Paola Santana, desde Silicon Valley en California que transportará material médico de primera necesidad entre zonas de difícil acceso a través de drones entrenados para ello.
Y no solo el Parque Cibernético puede ayudar a transformar a República Dominicana en un país altamente competitivo en la gran rueda mundial. También han surgido nuevos focos de desarrollo en el país como la Boca Cabarete o las distintas escuelas de formación que el ITLA está poniendo en marcha. Además, el sector público está convencido de ello a través de una política transformadora denominada República Digital donde están implicadas diversas instituciones y asociaciones público – privadas.
República Dominicana está decidida, tiene en su mano una oportunidad histórica de insertar al país en la máxima competición mundial que se está dirimiendo en esta cuarta revolución industrial. Nos estamos entrenando y estamos listos para ganar el partido.